Nos levantamos y fuimos a desayunar. El desayuno del hotel era, vamos a decir, correcto; desde luego podíamos comer más que lo que cualquiera de nosotros come en su casa pero nada que ver con cualquiera de los hoteles españoles de 3 o más estrellas.
Después nos separamos en dos grupos:
Estrella con Carmen, Sara y Pablo, se fueron a dar su última vuelta por las calles de Dublín, acabaron de compras para variar. Volvían exhaustos.
Guillermo, Miguel, Víctor y Delia se fueron hasta el aeropuerto a recoger el coche que habíamos alquilado desde Madrid.
De aquí viene el título de este capítulo, al alquilar el minibús habíamos elegido una VW Carabelle o similar, evidentemente a nosotros nos metieron la similar. Una furgoneta Toyota que más parecía de reparto con unos bancos atornillados al suelo que otra cosa. Cumplía los requisitos que necesitábamos: cabíamos todos, cabía el carro y también todo el equipaje (incluida la maleta roja) pero era el vehículo más incómodo en el que habímos montado jamás.
Quedamos en el hotel para recoger el equipaje e iniciar el interminable viaje a Carraroe. Hubo tiempo para todo: presenciamos en cada rotonda recolectas de dinero para los ponys, para los perros..., cantamos canciones del cantajuegos, Sara escucho la canción de "El mundo al revés" hasta que a Carmen se le acabo la batería, hubo cabezaditas, verdaderos desplomes y fotos recogiéndolas.
Cuando por fin llegamos a nuestro destino Víctor hizo gala de su espectacular acento y pregunto a unos transeúntes: " Please, is this Carraroe?" Nos dió a todos tal ataque de risa que no se que pensaría la gente a la que preguntamos. Lastima que aquí no se pueda reproducir. Lo cierto es que todavía no sabemos como se dice Carraroe.
Por fin llegamos a la casa que alquilamos a la amable Lorna Lee, aunque a ella no la conocimos hasta un rato después.
La casa nos encanto, le dedicaremos un capítulo. Deshicimos las maletas fuimos al supermercado y poco más. Nuestra cara reflejaba el cansancio del viaje.
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